miércoles, 20 de junio de 2018

Poema Grecia Friedrich Holderlin




GRECIA
 
Oh vosotras, voces del destino, oh caminos del viajero
pues en el azul, escuela [de los ojos]
de lejos, en el tumulto del cielo
resuena como el canto del mirlo
la [segura] serena disposición de las nubes bien
dispuesta por la existencia de Dios, la tormenta.
Y llamadas, como mirar afuera, hacia
la inmortalidad y los héroes;
muchas son recuerdos. Donde allá arriba
resonando, como piel de ternera
la tierra, desde asolaciones, tentaciones de los santos
pues inicialmente se ha configurado la obra
sigue grandes leyes, la ciencia
y la ternura y el cielo ancho, claro velo en seguida
apareciendo cantan nubes de cánticos.
Pues firme es el ombligo
de la tierra. Captadas en efecto en orillas de hierba están
las llamas y los universales
elementos. Pura meditación sin embargo arriba vive el éter. Pero plateada
en días puros
es la luz. Como signo del amor
violeta la tierra.
[Pero como el cortejo
a la boda,]
a lo escaso también puede llegar
un gran comienzo.
Pero todos los días maravillosamente por amor a los hombres
Dios lleva una vestidura.
Y a los conocimientos se oculta su rostro
y cubre los párpados con arte.
Y aire y tiempo cubren
lo espantable, para que ni uno demasiado
lo ame con oraciones o
el alma. Pues hace mucho ya que está abierta
como hojas, para aprender, o líneas y ángulos
la Naturaleza
más amarillos los soles y las lunas,
pero a veces
cuando quiere surgir la vieja formación
de la tierra, esto es, en historias,
convertida, animosamente combatiendo, como a cimas lleva
Dios la tierra. Pasos desmesurados
sin embargo limita él, pero como floraciones de oro se reúnen
las fuerzas del alma, entonces, las afinidades del alma
para que mejor en la tierra
habite la belleza y algún espíritu
con más comunidad se una a los hombres.

Dulce es, entonces, bajo altas sombras de árboles
y colinas habitar, soleados, donde está
pavimentado el camino a la iglesia. Pero a los viajeros, a quienes
por amor a la vida, midiendo, sin embargo,
obedecen los pies, florecen
más bellos los caminos, donde la tierra 

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