//Las
relaciones peligrosas// René Magritte// 1936// + comentario sobre el cuadro de
Elizabeth Wright
No es un recurso muy frecuente en la pintura
de Magritte la utilización de un espejo, aunque en esta ocasión resulta un
artificio similar al de los cuadros que, pintados ante una ventana, se llegan a
confundir con el paisaje. La imagen que el espejo refleja completa, y
contradice al mismo tiempo a la imagen que está ocultando. Nos encontramos ante
uno de los ejemplos más evidentes de las tradicionales imágenes en conflicto,
cuyo objetivo es desconcertar al espectador, revelando la posibilidad de alternativas
allí donde todo parecía establecido para siempre. Después de siglos de pintura
occidental en trompe I´oeil (engaño a los ojos), Magritte la plantea como un
trompe l´esprit (engaño de la mente): “El arte de la pintura es un arte del
pensamiento, cuya existencia pone de manifiesto la importancia que tienen en la
vida los ojos del cuerpo humano”, escribía en “Le vrai art de la peinturee”.
En
su ensayo “Lacan y el Posfeminismo” la escritora Elizabeth
Wright realza esta pintura dentro
del concepto de mirada cinematográfica en la teoría posfeminista utilizándola
como ejemplo para mostrar el desarrollo de la función de la mujer en el cine y
señalando “Lo real es “imposible” desde el punto de vista de lo imaginario que la ideología tiene bajo su control, pero
su existencia se hace sentir como terroríficamente otra, en razón de su
ausencia del mundo ilusorio del espectador. Por lo tanto, la tela en la que se
proyecta el filme, en lugar de ser un mero espejo para el narcisismo del
sujeto, se vuelve una pantalla, un elemento otro, opaco, que alcanza y suscita
la mirada del sujeto.”
Además Wright
escribe: “El cuadro del Artista René Magritte relaciones peligrosas puede ser utilizado como una metáfora en
este punto. En el cuadro, una mujer desnuda se esconde detrás de un espejo. Pero
el espejo, utilizado así como una pantalla, delata su deseo de ser vista,
puesto que en el espejo vemos la espalda de una mujer desnuda. Ella se esconde (a
través de la mascarada) como femenina, mientras que desea ser vista como el
falo. Solicita la mirada mediante una afectación de modestia, pero la
pantalla-espejo no sólo no oculta sino que revela lo que no debería: que en su
mascarada femenina ella es fálica.
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