martes, 19 de junio de 2018


La pubertad cercana o Las Pléyades

“Un pintor se pierde cuando se encuentra a sí mismo”

Max Ernst



En 1921, el año en que pintó La pubertad cercana o Las Pléyades, Max Ernst mantenía un estrecho contacto con los dadaístas franceses; asimismo su amistad con André Breton y Paul Eluard le llevó a concebir proyectos comunes y a intervenir activamente en la primera fase del surrealismo.
La pubertad cercana a las Pléyades contrapone entre sí la imagen y el texto. El extenso comentario que aparece al pie  de la representación está, desde el punto de vista cromático y de la composición, relacionado con ella y condiciona el acceso a la imagen que por su heterogeneidad escapa a la comprensión espontánea. “La pubertad cercana no ha arrebatado todavía/su gracia a las Pléyades/La mirada de nuestros ojos llenos de sombras se dirige hacia el adoquino que caerá/ Todavía no existe la fuerza de gravedad de las olas.”
El comentario de las Notas autobiográficas de Max Ernst dirige la atención hacia distintos planos  de la representación. Involuntariamente se relaciona la gracia de las Pléyades con la figura femenina desnuda y sin cabeza, recortada de una biografía del centro del cuadro. Nuestra mirada en penumbra, que se dirige angustiadamente hacia el adoquín a punto de caer, encuentra un punto de apoyo en el trozo de piedra de la parte inferior de la representación, que ha dejado una huella negra. Finalmente, la fuerza de gravedad se relaciona con el fondo azul del cuadro, que puede asignarse tanto al cuerpo femenino suspendido en el aire como al movimiento de las olas aludido en el texto. Sin embargo, estas connotaciones no aportan ningún sentido, que tampoco aparece recurriendo a la significación de las Pléyades en la mitología griega, según la cual la figura femenina desnuda encarnaba a una de las siete hijas de Atlas, a las que, perseguidas por Orión, Zeus fijaría en el cielo en forma de constelación con el fin de protegerlas. Podía tratarse  quizá de Electra, que, a la caída de Troya, se cubrió el rostro, lo cual explicaría que apareciese sin cabeza en el collage de Max Ernst. El nombre de las hermanas, Pléyades, tiene su origen probablemente en la palabra peleiades, “bandada de palomas”, de modo que  los vagos perfiles de la parte superior del collage podrían interpretarse como aves en pleno aleteo.
El análisis del contenido de la representación sugerido por el comentario del pintor produce la impresión de lo impreciso y polivalente. Existen diversas posibilidades interpretativas, que se  complementan o su excluyen. La lectura fundada en criterios racionales no produce resultados satisfactorios de la misma forma que la mirada orientada hacia las circunstancias reales tampoco puede restablecer la unidad. Miramos en dirección a un universo en el que rigen las leyes del sueño y del subconsciente. En esta forma originaria de la sensación y de la percepción no existen ni la fuerza de gravedad ni los perfiles precisos. De pronto aparecen juntos objetos de la más diversa textura. Habrá que alcanzar una perspectiva de mayor distancia temporal para concluir que está apareciendo la nueva estética de la ruptura estilística premeditada, de la alusión, de la descomposición y de la desintegración.

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