Dylan Thomas (1914-1953) tuvo la desgracia de
que la leyenda de su vida dejara en sombra su valiosa obra. La persona quedó
anulada por el personaje, y éste acabó por imponerse al poeta también.
MUERTES
Y ENTRADAS
Casi sobre la
víspera incendiaria
de varias muertes
próximas,
cuando alguien
ante los despojos de tu ser más amado
y desde siempre
conocido, tengan que abandonar
los leones y
fuegos de su aliento volátil,
quién entre tus
amigos inmortales
elevaría los
órganos del escrutado polvo
para lanzar y
cantar tu alabanza,
el que más hondo
la invocara poseerá su paz
que no puede
hundirse o acabar
sin fin ante su
herida
en
los muchos destructores pesares conyugales de Londres.
Casi sobre la
víspera incendiaria
cuando ante tus
labios y tus llaves se abran
se cierren, se
entrelacen los extraños asesinados,
alguien el más
desconocido,
tu vecino como
estrella polar, sol de distinta calle,
se ha de echar en
sus lágrimas,
ha de bañar su
lluviosa sangre en el mar viril
que por tu propio
muerto se erizará
y arrollará su
globo fuera de tu hebra de agua
y con todos los
llantos llenará las gargantas de las valvas
ya que la luz relampagueó
primero en sus tonantes ojos.
Casi sobre la
víspera incendiaria
de muertes y de
entradas,
cuando cercano y
extrañamente herido en las olas de Londres
hayas buscado tu
solitaria tumba,
un enemigo entre
muchos, que bien sabe
cómo es tu
corazón de luminoso
en la tiniebla
vigilada temblando entre cuevas, cadenas y cerrojos
tirará de los
rayos
para cerrar el
sol, se hundirá, trepará por tus llaves sombrías
y agostará a los
puntuales jinetes
hasta que aquel
despojo amado
asome como el
último Sansón de tu zodíaco.
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