lunes, 18 de junio de 2018


Dylan Thomas (1914-1953) tuvo la desgracia de que la leyenda de su vida dejara en sombra su valiosa obra. La persona quedó anulada por el personaje, y éste acabó por imponerse al poeta también. 

MUERTES Y ENTRADAS




Casi sobre la víspera incendiaria
de varias muertes próximas,
cuando alguien ante los despojos de tu ser más amado
y desde siempre conocido, tengan que abandonar
los leones y fuegos de su aliento volátil,
quién entre tus amigos inmortales
elevaría los órganos del escrutado polvo
para lanzar y cantar tu alabanza,
el que más hondo la invocara poseerá su paz
que no puede hundirse o acabar
sin fin ante su herida
en los muchos destructores pesares conyugales de Londres.
Casi sobre la víspera incendiaria
cuando ante tus labios y tus llaves se abran
se cierren, se entrelacen los extraños asesinados,
alguien el más desconocido,
tu vecino como estrella polar, sol de distinta calle,
se ha de echar en sus lágrimas,
ha de bañar su lluviosa sangre en el mar viril
que por tu propio muerto se erizará
y arrollará su globo fuera de tu hebra de agua
y con todos los llantos llenará las gargantas de las valvas
ya que la luz relampagueó primero en sus tonantes ojos.

Casi sobre la víspera incendiaria
de muertes y de entradas,
cuando cercano y extrañamente herido en las olas de Londres
hayas buscado tu solitaria tumba,
un enemigo entre muchos, que bien sabe
cómo es tu corazón de luminoso
en la tiniebla vigilada temblando entre cuevas, cadenas y cerrojos
tirará de los rayos
para cerrar el sol, se hundirá, trepará por tus llaves sombrías
y agostará a los puntuales jinetes
hasta que aquel despojo amado
asome como el último Sansón de tu zodíaco.

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