viernes, 29 de junio de 2018

Jules Laforgue

Lumiére de la Forét , Wifredo Lam


CISTERNA SECA

Cobarde vi cómo el Arte partía, mi último dios;
ya no me estrecha lo Bello con su inmortal delirio,
siento que he perdido, pues con Él echó a volar
el éxtasis que aplaca a veces los viejos deseos.
Treinta siglos de hastío pesan en mi espalda
y concentran sobre mí su llanto y su culpa.
Nuestras manos olvidaron el trabajo que consuela.
No hay día en que no piense, miedoso, en la muerte.
Sordo a la ilusión de las multitudes,
me arrastro abatido hacia parajes lejanos,
todo acabó para mí, nada más espero.
¡Pero lates aún, deshecho corazón pobre!
¡Ah, si como antaño al menos lograra
el llorar que tanto bien hace a los niños!



Portrait of a woman, Wifredo Lam
INFIERNO

Cuando miro al cielo, la rabia solitaria
De no poder tocar el azul indiferente
Por estar para siempre perdido en el inmenso misterio
De decirme impotente y me obliga a callarme,
La rabia del exilio me apresa la garganta.

Cuando pienso en el pasado, cuando pienso en la historia,
En el inmenso osario de los siglos desaparecidos,
Oh, me siento invadido de una oscura tristeza
Y odio la dicha, pues ya no puedo creer
En el día reparador de los futuros paraísos.

Cuando miro el Porvenir, el hombre de las viejas razas
Chupando los senos secos de este globo cansado
Que bajo el sol muerto erizándose de hielos
Va a perderse para siempre sin dejar ningún rastro,
Yo me estremezco de horror, de angustia y de piedad.

Cuando veo ir el rebaño de mis hermanos,
Hormiguero conducido a través del cielo sordo
Ante esa mezcolanza de destinos efímeros,
Ante esos dioses, esas artes, esos cienos, esas miserias,
La náusea se posesiona de mí y sangro de amor.

Pero si, saciado de todo, desciendo sobre mí
Como ante el Ideal, amargamente burlón,
Yo arrastro al Ser impuro que me repugna y amo,
Sofocante bajo el abro, y solloza, y blasfema,
Un oleaje de viejas repugnancias me hace elevar el corazón.

Pero, como todavía sin embargo la música me vierte
Su opio enervante, voy a los conciertos.
Allí, cierro os ojos, escucho, me adormezco.
En mil sonidos lejanos mi ser se dispersa

Y todo no es más que un sueño, el hombre y el universo.
Los Ojos de Elsa //Louis Aragón//


Cabeza de una mujer durmiendo, Pablo Picasso
Inclinando a tus ojos los míos sitibundos
en su fondo vi todos los soles reflejados,
y el salto hacia la muerte de los desesperados,
como el de mis recuerdos a tus ojos profundos.
Es un mar en tinieblas bajo el palio de un vuelo;
de pronto el día plácido de tus pupilas sube;
en los linos del ángel recorta el sol la nube
y sobre las espigas se azula más el cielo.
Vuelve al azul la bruma del viento perseguida;
-más diáfanos tus ojos abiertos bajo el llanto;
ni aún tras de la lluvia los cielos fulgen tanto;
el vaso azul no es tan azul como en la herida.

Madona de Dolores, humedecida lumbre,
siete espadas rompieron el prisma de colores;
el día es más punzante nacido entre clamores,
y el nocturno relente, más azul en quejumbre.
De las melancolías en la plácida fiebre
reabres con tus ojos sendas de epifanía.
Latiendo el corazón, el manto de María
al tiempo los Tres Magos vieron en el pesebre.
Al Mayo de las voces basta con un salterio
para todos los ayes y todas las canciones;
guarda un trozo de cielo luceros por millones,
donde faltan tus ojos con su doble misterio.
El infante absorbido por mirífioos viajes
desmesuradamente menos asombro espacia
que si agrandas tus ojos -insoluble falacia-
como racha que abriera dos capullos salvajes.
¿Escondes tus relámpagos en medio del espliego
donde el insecto vive su voluptuoso instante?
Preso estoy en el lazo de la estrella filante,
como ahogado marino bajo estival sosiego.
Yo extraje ese metal sutil de su pechblenda;
yo calciné mis dedos en su fuego prohibido;
paraíso mil veces recobrado y perdido,
tus ojos mi Golconda, mi dorada leyenda.
Y sucedió que el mundo bajo la tarde excelsa
rompiose en arrecifes de pérfidos fanales,
en tanto yo veía desde los litorales
sobre lívidas ondas brillar los ojos de Elsa

jueves, 28 de junio de 2018


Félix Guattari y Roberto Matta Entrevista [1ra Parte]


*Publicada originalmente en Chimère (Revista de esquizoanálisis), Nº 3 otoño 1987, París.

Conversación de Roberto Matta con Félix Guattari, en la que se critica la complacencia artística que identifica el arte con el diseño. Ambos comparan la conciencia lúcida del arte con un dispositivo óptico, el que se ve reforzado en su actividad por la existencia de un espacio procreativo, que traspone sus palpitaciones básicas al fenómeno de la conciencia. Guattari conduce a Matta por consideraciones que se acercan a su propia concepción de un inconsciente dinámico, energético. De ahí que ambos ejemplifiquen el carácter de esa conciencia lúcida y aborden el análisis de las pinturas que Matta realizaba en ese momento. En ellas, lo que define su propio espacio "oestralizante" no son las figuras más o menos identificables, sino la concepción de la tela como campo de fuerzas que se explican mediante el uso libre de conceptos que provienen de la química y de las matemáticas. Finalmente, Matta describe las relaciones conflictivas que sostuvo con los surrealistas.


Roberto Matta:

La idea que vamos a evocar consiste en redefinir la significación de la palabra arte. A mi parecer, esto sería una extrema conciencia de las cosas. Por ejemplo, cuando tú observas una piedra no es la denominación de P.I.E.D.R.A. la que se impone, sino una especie de erupción de la Tierra, desde la época en que la Tierra era fuego. En tanto, no se tenga una enorme carga de conciencia sobre la cosa, no se puede hablar de arte. Esta conciencia lúcida sería la que determinaría el peso del mundo. Tenemos hoy día una actitud de complacencia que depende de nuestra consideración de la forma, de su utilidad casi doméstica, un poco como una decoración. Tenemos necesidad de reencontrar y volver a entregar esta intensidad para intentar volver a concebir "dónde" estamos. Por el momento no tenemos palabras: estamos totalmente desprovistos. Por ejemplo, los debates que tienen lugar en la Asamblea Nacional se establecen sobre datos y estadísticas imposibles de confirmar. La discusión se desarrolla únicamente entre cifras y palabras. Terrible Babel, enmascarándose detrás de un arte cada vez más identificado con el design. Si se comienza a cambiar el sentido de las palabras de manera tal que pudieran representar alguna cosa para la conciencia, es preciso profundizar, visualizar el instrumento, el órgano, el espacio que se emplea en relación a la conciencia. La conciencia sería algo comparable a la óptica. Se está más o menos consciente frente a cualquier nuevo saber.

Félix Guattari:

Sólo esta imagen de la conciencia, comparable a un dispositivo óptico, induce la idea de que habría cosas preestablecidas, que la conciencia  estaría ya ahí. ¿No habría otra manera de plantearla y que consistiría en inventar, del mismo modo como hoy día se crean nuevas moléculas de química orgánica o nuevas energías que no existían hasta hoy? Dicho de otra manera, ¿piensas que esta "toma" sobre las cosas debe necesariamente corresponder a una actitud pasiva? ¿No es acaso una actitud activa, de invención, la que está en juego?

Roberto Matta:

Sí, de creación. Este instrumento que evocamos puede incluso compararse a la procreación: se fecunda. Es la idea de un espacio "oestral" (como "oestrus"). Habría que representarse el lugar en que el saber ocurre como el encuentro entre el espermatozoide y el óvulo. En este lugar oestral hay períodos diferentes que debieran ser visualizados, ya sea como otra luz o bien como una palpitación de los datos y coordenadas de estos lugares; ya sea como corrientes de flujos que interrumpen la estabilidad, comparables en esto a ese instante humano en que la mujer es susceptible de ser fecundada. En otros períodos todo es pasivo y neutro, en contraste con este enorme diluvio en que todo está inundado, donde todo se quiebra. En un espacio de este tipo las variables pueden ser comparables a las de la naturaleza. Pero es preciso, para percibirlas, estar consciente de los fenómenos que tienen lugar en el espacio oestral para así transportarlos al fenómeno de la conciencia.

Félix Guattari:

Algo así como gestora de los procesos.

Roberto Matta:

Y ovario.

Félix Guattari:

*¿Ovario o abierto?

Roberto Malta:

Abierto y ovario, ovario-abierto en el sentido que un saber llega, fecunda y se va, naturalmente. En la captación de estos fenómenos habría más o menos conciencia en relación a la situación cósmica. Ya que esto no corresponde a una mecánica: es una vida contenida. No se trata de la energía que se obtiene mediante la corriente eléctrica o a través del enchufe. La energía de la que hablo es conciencia por sí misma.

Félix Guattari:

Quisiera plantearte varias preguntas. Esencialmente dos: primeramente, en las telas que realizas actualmente se resiente de un tiempo a esta parte un cambio. Pareces interesarte menos en las figuras constituidas, más o menos identificables, que —de manera precisa— a este espacio, a este campo de fuerzas que comporta núcleos procesuales (que tú mismo llamas "oestrales"). Resulta como si el conjunto de la tela fuese quien trabajara, y no ya las relaciones suficientemente posicionadas entre las figuras al interior de un cuadro.

¿Puedes decirme lo que representa esta serie que has pintado sobre fondo negro; estos pasteles, con esas iluminaciones, luces rojas, formas que hacen pensar en filamentos, figuras de las cuales no se puede decir que sean humanas, animales o biológicas, puesto que se fundan en el campo mismo?

Roberto Matta:

Hace mucho tiempo que comencé a hablar de la luz negra. Esto se remonta a las primeras cosas que hice y que titulé "morfologías psicológicas". Actualmente realizo morfologías cosidas de realidad. Esto me ocurre como una erupción. ¡Ya que estas cosas se me aparecen! ¡Es epifánico!

*Guattari engarza su juego con el de Matta, produciendo un acercamiento entre las palabras "ovario" y "abierto", a partir de la proximidad fónica de las palabras "ovaire" y "ouvert" (N. de T.).

Estas imágenes podrían estar asociadas a fetos. Estamos en tal hoyo conceptual que es necesario hacer que cada cosa retorne a su origen, a su primerísima pulsión de identidad. El árbol sería entonces el feto del árbol.

Félix Guattari:

¿Antes de la constitución de formas y de identidades?

Roberto Matta:

Sí. De la misma manera como esto se organiza en el espacio oestral, en el momento en que la fecundación comienza. Es una empresa poética preguntarse si seremos capaces de encontrar un arte que esté ligado a la primera pulsión de vida. Esto no podría más que enriquecer nuestra percepción de las cosas, nuestro vocabulario, y permitirnos establecer comparaciones de una calidad totalmente distinta, puesto que se realizarían en diferentes instancias de tiempo. Pero no creas que se trata de un programa de mi parte. Esto se me apareció. Y no es tanto la pintura de esto lo que me interesa. Lo que en verdad me interesa es "eso".

Félix Guattari:

Esto acarrea mi segunda pregunta. Resumiendo: no es un arte de re-presentación; no apunta a representar algo por sí mismo y para los demás; tampoco es un arte de trabajo especulativo puramente conceptual; sería más bien una especie de experimentación que haría aparecer pistas que sin este trabajo no podrían ser percibidas.

Roberto Matta:

Pero hay, de todos modos, una voluntad de representación, como para el deseo. Una especie de rabia por encontrar una representación del fenómeno de la conciencia: un "conciensaje", de la misma forma como se habla de paisaje, para substituir aquello que empleamos para representar la conciencia prisionera del espacio euclidiano.

Félix Guattari:

Delante de este fondo negro podemos pensar en una cámara de Wilson, en la que las partículas se entrechocan, como si fijaras una cierta figura de la conciencia para captar trayectorias de partículas.
Roberto Matta:

Es de esta manera que opera el ser que mira la vida infinitesimal. El caso es que, generalmente, no identifica, sólo se preocupa únicamente de medidas. Pero si fuera acaparado por la captación de la vida, por el arte, es decir, por aquello que conduce al entusiasmo, al contacto con la vida misma, sería —en cierto sentido— contagioso. No es posible percibir esta descarga de entusiasmo —que se llama "belleza"— sino a condición de estar uno mismo contaminado, conducido por la vida. Del mismo modo que para la música. Pero, en ambos casos, se mete todo en un mismo saco, llenándolo con este calificativo de "belleza". Si bien en la música es distinto, ya que pasa por nosotros. Frente a un arte que sería la "confiscación" de las cosas, somos nosotros —en cambio— los que hacemos la música. Según la calidad de conciencia que tengamos, podemos hacer sinfonías o pequeños aires para flauta. De lo que se trata en este trabajo, a través de una visión que ponemos en acción, es de movilizar los mecanismos de la conciencia.

Félix Guattari:

Menos que una representación, esto me hace pensar en un cristal, en un dispositivo por sí mismo vivo que puede desencadenar, tanto para el que pinta como para los que observan, un proceso vivo, un relevo creativo; motor de conciencia.

Roberto Matta:

Una provocación, un estímulo, que orquesta nuestra inteligencia y la imaginación activa, con el propósito de que puedan aclararse y actuar en la vida cotidiana con agilidad, emoción y originalidad. Una inteligencia y un alerta que percibirían la accidentalidad de la realidad.

Félix Guattari:

Quisiera hacerte una pregunta, a riesgo de que te moleste, pero que me parece necesaria para el equilibrio de este diálogo: teniendo en cuenta los métodos de trabajo que tú describes ¿qué juicio te merece lo que se hace actualmente en pintura, como la Nueva Figuración, el regreso al arte conceptual, etc...?

Roberto Matta:

Para mí, todo esto es arcaico; es pasado. Según yo, las obras no son
malas porque sean arcaicas, sino porque los autores son anacrónicos. Muchas técnicas y conceptos relativos a la representación de la realidad han dado en estos últimos años unos saltos increíbles en numerosas disciplinas. Y esta gente continúa haciendo lo suyo, con su pintura al óleo, trabajando sobre las pequeñas variables de estos conceptos. Sus firmas no son más que un simple índice en el mercado, en la Bolsa de pinturas. Y no solamente por dinero: también por el grado, el prestigio, la noción jerárquica. Hoy día hemos llegado a un punto en que los buenos pintores se han convertido en pintores caros. Si vendes una tela en un millón de dólares tienes derecho a todos los elogios. Esto es lo que encuentro arcaico y ha dejado de interesarme. Es anacrónico y no tiene nada que ver con lo que se debe esperar de un pintor. Es como si un bombero llegara con un balde de agua a apagar un incendio. Sería cómico, ridículo.

Félix Guattari:

¡Pero son propuestas que podría haber sostenido Marcel Duchamp
hace treinta años!

Roberto Matta:

Quizás las haya sostenido. Por lo demás, tengo la impresión de pertenecer más al linaje de Duchamp que al de los demás. Más allá de las inclinaciones humorísticas que hacía a la gente cuando proponía, por ejemplo, exponer un urinario, esperando así remitirlos a su "tautologismo”, lo que a mí me interesaba era el giro de espíritu correspondiente, sobre todo para mí, que había pasado desde el aparato de tortura de la arquitectura en hormigón y en madera a un concepto de extensión, de espacio reservado a los seres, en el cual el ser pudiera acrecentarse, y esto es un concepto que se emparenta con lo que he dicho acerca del árbol.

Félix Guattari:

Y este árbol de bronce, ¿en qué está?

Roberto Matta:

Se va a mostrar el mes que viene. Lo llamo "ERAMEN". (¡De nuevo la letra "e"!) Si se comenzara a dar un primer paso hacia lo que crece en nosotros a través de la vida, a través del ser construido por la conciencia;
si lo que nace en nosotros fuera algo comparable a un árbol, se comprendería mejor que no se trata de una hoja de contabilidad en la que entra y sale un saber que se consume sin que uno se interrogue. Este saber del que hablo está aquí, como un alimento, dispuesto a crecer en nosotros, antes que desaparezcamos sin haber tenido tiempo de haber sido humanos. Tengo la impresión de que estos pintores —más arriba señalados— reciben una especie de bautismo que asumen sin muchas dudas.

Félix Guattari:

Marcel Duchamp ha escrito una sola frase sobre ti. Era 1940: "Matta es todavía joven y es el pintor más profundo de su generación". ¿Qué piensas de esto?

Roberto Matta:

Probablemente lo dijo porque yo me había interesado en el cuadro clave de su obra, que era el paso de la Virgen a la desposada. En ese momento yo no pensaba que mi espacio oestral estaba ahí, presente. En esa época yo no había desarrollado todavía esta teoría. Me he demorado cincuenta años en ver las cosas de otra manera. En la tela a que he hecho referencia él no busca profundizar mucho esta pregunta. Es un cuadro que se podría perfectamente remitir al futurismo. Pero la conciencia que tenía, ya en ese entonces, era que se debía destronar el rol de la palabra arte, para que el arte mismo se transformara en una caja de Pandora.

Félix Guattari:

Para Marcel Duchamp y para ti, si se evoca este período de péndulo y de metamorfosis que yo designo en mi vocabulario como "proceso" (proceso que no tiene comienzo ni fin ni punto de referencia), lo que opera en la tela interviene además en lo que a ti te ocurre, en tu vida, en tus sentimientos y en todo lo que eventualmente ocurre a quienes la miran, y también en toda suerte de problemáticas. Es un proceso que se instaura en el cruce de "ene" componentes: es una máquina abstracta la que se pone en funcionamiento.

Roberto Matta:

En efecto. Y debiera corresponder a la escritura musical. Pero lo que
juega un rol decisivo no es el sonido, sino la conciencia. Es un aporte al concepto de conciencia, como lo haría una serie de instrumentos orquestales.

Félix Guattari:

¿Cómo una especie de subjetividad polifónica?

Roberto Matta:

E igualmente cósmica.

Félix Guattari:

Entonces, no sólo relaciones humanas, afectos, sino también intensidades de todo tipo.

Roberto Matta:

Es lo que en una época determinada se ha dado en llamar "salto cualitativo". Pasamos de uno a otro modo de conciencia.

Félix Guattari:

De acuerdo, pero eso ha sido la torta de crema de la dialéctica de la naturaleza. Es decir, de un marxismo un poco degenerado.

Roberto Matta:

Este ha sido también el sueño de los santos y de los místicos que ya no saben dónde están. Solamente poseen la intuición de un solo lado de utilización del ser. Lo que aquí se propone no es una crucifixión de esta conciencia, sino su desarrollo. El objetivo sería alcanzar el renacimiento de las obras de arte, para convertirlas en herramientas que nos permitan ser conscientes de nuestra conciencia, de la misma forma que la perspectiva hizo que la gente tuviera conciencia del espacio euclidiano.

Félix Guattari:

Matta, quisiera que me ayudaras a comprender una cuestión que te concierne. ¿Has tenido esa distancia —no diré despreciativa, ya que tienes demasiado sentido del humor como para eso— que te permita decir, de algún modo: "¿pero qué se creen éstos con el arte-mercancía; con esta manera de servirse de las obras plásticas para ubicarse en el mercado mobiliario del arte?" Cuando realizas una obra estás obligado a mostrarla y de una u otra manera a ponerla en circulación. ¿Qué te ocurre? ¿Se puede afirmar que se trata de un trabajo que haces en provecho propio?

Roberto Matta:

Lo creo.

Félix Guattari:

¿Hasta qué punto es cierto? Es preciso que me lo digas sinceramente.

Roberto Matta:

Es cierto en el sentido que me siento poseído. No estoy muerto. Me asimilo a un tubo hidráulico por donde pasa corriente. No tengo la sensación de que eso me pertenezca, ni siquiera que yo mismo sea quien realiza el cuadro. Esta idea me da una cierta libertad. Si comenzara a atribuirme la propiedad y la originalidad de éste, podría caer en una especie de locura delirante y pensar que soy un genio, un poeta o algo por el estilo.

Félix Guattari:

Por ese lado no debieras inquietarte, ya que toda tu vida te han robado
cuadros. (¡Recientemente!) Entonces, en lo que se refiere a la propiedad...

Roberto Matta:

Sí, pero yo lo decía en el sentido de la propiedad de autor. Si el día de mañana algunos jóvenes tomaran este camino, que es el mío, yo no lo
llamaría pillaje. Me interesaría realmente, no por haber sido el primero en haber ido en ese sentido, sino que me intereso como otra forma de
artesanado. Lo repito: he invertido cincuenta años en desarrollar estas ideas. Jamás fui a una escuela de pintura. Estas telas, que en Estados Unidos tienen un alto valor comercial, fueron primero una intuición. Desde un punto de vista artesanal, son elementales. Sin ser megalómano, creo que hay mucha gente que va actualmente en este sentido, pero los pintores se niegan a confesarlo.
Muchos de los que se dicen "abstractos" están cerca de esto. Prefieren llamarse abstractos, sin precisar mayormente de qué hacen abstracción. Para mí, la abstracción no es la abstracción de la realidad, es una mutación que permite operar matemáticamente.

Félix Guattari:

Se podrían distinguir dos categorías: por un lado, los abstractos formalistas y, por otro, las máquinas abstractas que hacen trabajar abstracciones, que obran, que agarran cosas que no son del todo abstractas, a saben afectos, relaciones, problemas...

Roberto Matta:

¡Eso es! Hay una especie de deseo por la exactitud que tiene un carácter casi científico: llegar a captar el funcionamiento de la materia o del ser. Algunos surrealistas, como Bretón o Aragón, lo definieron muy bien. Pero para los demás, a menudo no se trata más que de una broma.

Félix Guattari:

Y como desgraciadamente ya no tienes interlocutores como Bretón o Aragón, estas conversaciones no serán más que un punto de amarre para ulteriores desarrollos eventuales con otros. Esto nos remite más aún a nuestra idea de proceso. Finalmente, es una manera de hacer trabajar las telas con la palabra, con conceptos, con intercambios, en interacción con todo tipo de otros dominios.

Roberto Matta:

Es cierto: quisiera llegar a un diálogo. No encontrarme solo en un rincón, como este objeto, que es este cuadro apoyado allí, con una inclinación hacia la soledad. Aunque no me quejo, ya que me aprovecho también del malentendido general. Se llama a esto un cuadro y esto ocasiona un salario. Los surrealistas no le habrían dado el nombre de "cuadro".

Félix Guattari:

Es el mismo tipo de malentendido que se produjo luego de la exposición sobre "el Japón de las vanguardias". No sé si la has visto en el Beaubourg. Nadie ha entendido que los plásticos japoneses hacen un uso de la tela y de los colores diferentes al de los occidentales: un uso para producirse a sí mismos.

Roberto Matta:

Ocurrirá algún día. Realicé por vez primera una exposición en Japón. No me creerás. Se vendió todo: diez telas, entre las cuales había dos o tres de grandes dimensiones. Fue organizado por una galería de aquí. No se puede decir que fue un éxito comercial, pero un verdadero éxito en el sentido de que jamás había ocurrido antes. Salvo en Cuba: había llevado una cierta cantidad de pequeñas telas a "Casa de las Américas" para una exposición. Y cuando llegué, como a las siete, todo había sido vendido. Sin embargo, no había nada para vender, ya que había dado esas telas a otra persona en Italia. Yo sólo pensaba mostrarlas en Cuba, pero hubo un malentendido. Ellos habían decidido venderlas a cien dólares la pieza. ¡Fue divertido!

Félix Guattari:

¿En qué año sucedió eso?

Roberto Matta:

En 1963.

Félix Guattari:

¿Te has sentido solo en tu trabajo y en tu vida?

Roberto Matta:

Siempre. Pero es la condición del destino, en el sentido griego del término. Yo nací en la diáspora vasca de Chile, que es como decir en el
extremo del mundo. Allá no se sabe muy bien a qué agarrarse para acceder a esta conciencia de que hablaba. Esta sociedad existía sólo al interior de la aristocracia vasca, que vivía replegada sobre sí misma.

Félix Guattari:

Pero estos vascos son un poquito locos, ¿no?

Roberto Matta:

Me parece que están tan aislados y separados por una voluntad de estar propiamente separados, que el resto del mundo puede llamarlos "locos". Sin embargo, en el seno de la comunidad las reglas son espartanas y patriarcales. El abuelo de otro individuo, y a fortiori el tuyo, puede intervenir sobre ti. Y todo llega a funcionar a partir de esa disciplina, de esa autoridad, ese respeto, como hace mil años. No puedo pretender conocer Chile, ya que prácticamente jamás salí de ese ghetto.

Félix Guattari:

¿Este ghetto vasco de Chile?

Roberto Matta:

Sí. Somos nosotros los que así lo denominamos. Esta gente logró crear una sociedad que se transformó en la clase dominante privilegiada. Compraron la tierra porque trabajaban más que los demás y porque eran menos aventureros. Fundaron una colonia sobre la simple decisión de ir a instalarse en ese lugar, como ya lo habían hecho los griegos, por lo demás. Creo que se puede decir que todo esto funcionó durante un tiempo en Argentina y en Chile. En síntesis, en esa lejana colonia yo no sabía cómo cultivar mi" conciencia de ser inconsciente" y, probablemente, un cierto deseo de ser artista. Comencé, pues, a operar con elementos abstractos, elementos no identificados que se canalizaron primero en la religión, en la devoción. Luego hice estudios de arquitectura mediante los cuales logré adquirir la facultad de poner las cosas en su lugar y de no botar todo en el mismo cajón. Adquirí, en el fondo, una cierta funcionalidad.